Reportajes
Practicar ecoturismo reduce nuestra huella de carbono
El ecoturismo es la única forma de viajar que no destruye el entorno y nos permite conocer los espacios naturales de manera responsable.
Imaginemos un día normal en nuestras vidas. Suena el despertador, miramos nuestro teléfono móvil, vamos a trabajar, salimos a comer... Quizá no te lo imaginas, pero en esta serie de pasos rutinarios ya contribuiste un poco a la emisión de gases de efecto invernadero (GEI); es decir, aquellos que incrementan la temperatura de la Tierra.
Por ello, el aumento de la emisión de GEI tiene una relación directa con el calentamiento global. El uso de los smartphones (aproximadamente de 3 mil 500 millones de usuarios en el mundo) y de servicios de internet tienen un costo ambiental durante su fabricación, el consumo energético que implica su uso y hasta en el momento de su desecho.
Silueta de la huella de carbono // Crédito: caloryfrio
Entre los gases de efecto invernadero, el que tiene un impacto más penetrante es el dióxido de carbono (CO2), ya que permanece en la atmósfera por cientos de años y todavía más tiempo en los océanos. El CO2 es el mayor responsable de la huella de carbono. Sus emisiones deben reducirse, lo que ha sido la exigencia principal en protestas de distintos países.
El CO2 ha contribuido con el 80% al incremento del forzamiento radiativo, según datos de la Organización Meteorológica Mundial por lo que el CO2 es el principal GEI de larga duración y que, además, está relacionado con actividades humanas. La concentración de CO2 en 2018 fue de 407.8 ppm, lo que equivale al 147% más del nivel obtenido en la época preindustrial (1750).
En este sentido, la huella de carbono es una métrica ambiental que calcula la totalidad de las emisiones de GEI generadas, directa e indirectamente, por una persona, un grupo, una organización, empresa o incluso un producto o servicio, definen desde Greenpeace.
La huella de carbono se mide en masa de CO2 equivalente (CO2e o CO2eq). Se usa así porque el CO2 es el gas más abundante entre los GEI y se utiliza como referencia en la medición del resto de los elementos.
La importancia de conocer la huella de carbono radica en la posibilidad de saber con más certeza la manera en que los GEI contribuyen al calentamiento global y aceleran el cambio climático.
Hasta ahí tenemos la teoría, pero en lo que respecta a la práctica podemos hablar del: “ecoturismo es la única forma de viajar que no destruye el entorno y nos permite conocer los espacios naturales de manera responsable, respetando su equilibrio y minimizando nuestro impacto ambiental”, afirma Amanda Guzmán, gerente de la Asociación de Ecoturismo de España.
Descubrir la forma de vida y las tradiciones de pequeñas poblaciones locales y disfrutar del aire libre y la naturaleza mientras protegemos el entorno no solo es posible, sino que es una de las tendencias al alza entre los amantes de los viajes.
¿Cómo cuantificar nuestra huella de carbono? El CO2 es el mayor responsable de la huella de carbono // Crédito: GreenpeaceNo existe una única medición de la huella de carbono, sí existen enfoques específicos para aproximarse a su cálculo. Las seis perspectivas principales siguen metodologías y normas internacionales:
Corporativa: se mide la huella de carbono de una organización, generalmente por un año, para un mejor aprovechamiento de los recursos. Esta perspectiva se utiliza regularmente para redactar reportes o informes dentro de la comunicación del desempeño de una empresa ante el cambio climático.
Ciclo de vida de un producto o servicio: se miden las emisiones de GEI de mercancías o servicios en toda su cadena de producción y, a veces, hasta en su consumo o desecho final. Ha tenido mucho impacto en Europa y Japón, y se ha extendido cada vez a más países.
Personal: aquí se evalúan las emisiones de GEI directas e indirectas de un individuo en un lapso específico. Se requiere conocer los hábitos de consumo y posesiones de una persona para calcularlo.
En eventos: se contabiliza la huella de carbono durante la planificación y realización de algún evento (desde el uso de energía y transporte hasta la preparación de alimentos o la papelería). Con frecuencia, sirve para emprender acciones que compensen las emisiones y así certificarse como un “evento carbono neutro”.
Territorial: se miden las emisiones de GEI en un área específica, limitada geográfica o políticamente. Funciona para determinar el impacto global del cambio climático en un área y emprender planes de mitigación.
Por industria: evalúa la huella de carbono de un sector productivo particular. Esto representa la oportunidad de optimizar recursos y el uso de materias primas, lo que ofrece ventajas competitivas y un impacto ambiental más controlado.
El ecoturismo es la única forma de viajar que no destruye el entorno y nos permite conocer los espacios naturales de manera responsable.A día de hoy, cualquier viajero puede calcular la huella de carbono de sus escapadas para conocer la cantidad de CO2 emitido como consecuencia de sus desplazamientos. El ritmo y las formas de nuestro sistema actual hacen imposible evitar tener un impacto en el medio ambiente en la práctica totalidad de nuestras acciones, por pequeñas que sean. Pero es posible compensarlas.
Ahí es donde entra el llamado mercado voluntario de carbono, a través del cual cada persona puede comprar una cantidad de créditos de carbono proporcional a las toneladas emitidas para destinarlas a proyectos de reforestación o eficiencia energética.
De este modo, durante la transición hacia la utilización de energías limpias y biocombustibles, estos parches son una manera de aliviar la presión ambiental ejercida por el sector de los viajes, que, según un reciente artículo publicado por la revista Nature, suma el 8 por ciento del CO2 global que el ser humano emite cada año a la atmósfera.
Entre las herramientas que ponen a nuestra disposición estos datos se encuentran CeroCO2, Carbon Footprint, Carbonocero, flight2fart.com o myclimate. Desde ellas es posible calcular, reducir y compensar nuestra huella. A través de su página web, una calculadora traduce nuestras noches de estancia en hotel o los kilómetros recorridos a toneladas de CO2 según hayamos viajado en avión, coche o tren.
Una de las grandes diferencias radica en el medio de transporte que utilicemos al desplazarnos. El avión es, de lejos, el transporte más contaminante, sobre todo en trayectos cortos, pues los momentos de mayor emisión de CO2 son el despegue y el aterrizaje. Mientras, el tren lidera el listado de los medios más sostenibles.
El tren lidera el listado de los medios más sostenibles // Crédito: nationalgeographic
En cuanto a los coches, desde el tipo de vehículo hasta el modo de conducción puede aumentar o disminuir nuestra huella. Conducir un vehículo eléctrico o híbrido y desplazarnos con tranquilidad y sin grandes cambios de velocidad marca una gran diferencia. Para descubrir hasta qué punto, la Comisión Europea desarrolló la herramienta Green Driving Tool para conseguir una conducción más eficiente.
El ecoturismo podría ser una pieza clave para cambiar la sociedad. Sin embargo, no solo el sector de los viajes ha logrado generar una mayor sensibilidad entre los viajeros. No es raro encontrar etiquetas en prendas de ropa que nos informan de su fabricación sostenible, o avisos en el envoltorio de los productos que nos avisan de que han implicado un menor porcentaje de emisiones.