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El ‘Gran abuelo’ al sur de Chile podría ser el árbol más viejo del mundo

Con cerca de 5.500 años, este ‘Gran abuelo’ se ha convertido en la estrella del Parque Nacional Alerce Costero, a 800 kilómetros al sur de Santiago.

Cruzamos el charco hasta volar al sur de Chile donde recientemente se ha producido el hallazgo en Los Ríos del que podría ser el árbol más viejo del mundo con cerca de 5.500 años. El hallazgo se produjo casi por casualidad, cuando el científico Jonathan Barichivich estaba estudiando el impacto del cambio climático en los alerces, una especie de conífera típica de la Patagonia y amenazada por distintos factores, como incendios, tala o sequía. 

"Obtuvimos una pequeña muestra del árbol y, aunque no era el objetivo inicial de la investigación, pudimos estimar su edad. Nos sorprendió mucho descubrir que es mucho más viejo de lo que pensábamos, pues creíamos que tenía entre 3.500 y 4.000 años", cuenta a Efe frente a este gigante de casi 30 metros de altura. 

Convertido en la estrella del Parque Nacional Alerce Costero, a 800 kilómetros al sur de Santiago, el "Gran abuelo" sería más viejo que "Matusalén", el pino de California (EE.UU.) que hasta ahora ostentaba el récord, con 4.853 años. 

Antonio Lara, profesor de la Universidad Austral de Chile y coautor de la investigación, explica a Efe que ambos son ejemplares "no clonados", es decir, no están conectados a otros árboles por un sistema de raíces comunes, a diferencia por ejemplo de la pícea noruega "Old Tjikko", de al menos 9.550 años. 

La dendrocronología es la ciencia que estudia, entre otros aspectos, la edad de los árboles a través de sus anillos. Para contarlos, normalmente se perfora el tronco hasta el centro y se extrae una muestra de no más de cinco milímetros de ancho. Así ocurrió con "Matusalén". 

El "Gran abuelo" está estrechamente ligado a la historia de la familia de Barichivich, a los que en la zona se les conoce como sus "guardianes". Fue el abuelo del científico, Aníbal Henriquez, el que "se encontró" con el alerce en la década de 1970 cuando trabajaba como guardabosques del parque. Luego le tomó el testigo su madre, también guardabosques, y ahora le toca a él. 

Su lugar privilegiado en el bosque valdiviano, en una especie de valle a una hora de caminata desde la entrada del parque, sin otros alerces a su alrededor, le ha protegido de la tala y los incendios, aunque su estructura es débil y apenas vive el 30%. 

Sus mayores enemigos ahora son el cambio climático y el turismo, que se ha incrementado considerablemente en los últimos tiempos. Para el primero, la solución se antoja complicada. Para el segundo, en cambio, la estatal Corporación Nacional Forestal (Conaf) ha decidido cerrar temporalmente el parque hasta diseñar una nueva estrategia que permita la llegada de visitantes sin poner en peligro al ejemplar.